Tampoco lo he escrito yo. Y ya ni sé lo que yo suscribiría. Pero añoro España y añoro la gente que conocí cuando era joven. Añoro aquella sociedad que ha desaparecido. Añoro aquella Cataluña en la que nací y me crié. Añoro lo que compartíamos; principios, respeto, decencia, sentido del deber, responsabilidad, ¡mérito!, justicia,... todo lo que hemos perdido. Lo añoro tanto...
Lo que voy a transcribir no lo he escrito yo. Lo ha escrito un amigo que se llama socialista y ademas milita en ello. Lo suscribo al 100%.¿seré socialista? Algo sí, pero es más fácil pensar que él esté más cerca de nuestras filas. Quizá por ello está en una fase de expediente en sus partido. Los socialistas no suelen querer a gente honrada en sus filas. 100 años les avalan. Ahí va. Gracias Juanan:
Me gustaría una España unida, en su diversidad, sin que ello suponga ni aprovechamiento de unos pocos – o muchos -, mediante el chantaje y la tensión permanentes, ni fórmulas envolventes para lograr la cuadratura del círculo. Las cosas son siempre más sencillas. Una España en la que hablar un idioma común sea un derecho respetado y respetable, donde nacer sea un derecho inherente al que nace y no a quien te lo puede impedir. Donde las cosas sean justas por definición y sólo haya que corregir las diversas interpretaciones y no al revés. Donde lo normal sea ser decente y sólo se corrompan unos pocos, entre el repudio generalizado de la población, a todos los niveles (de corrupción). Donde se trabaje en paz, como fruto del esfuerzo personal, y donde estén garantizados el derecho – y casi la obligación - al acceso a la propiedad de los bienes de producción; donde el trabajo no se compre con dinero; donde el trabajador no suponga que el emprendedor es un canalla por definición y donde obtenga mayor reconocimiento quien más compromiso demuestre conforme a sus capacidades. Donde la igualdad sea sustituida por la justicia. Donde el Estado no invada la iniciativa privada, anulando su competencia, pero donde ese mismo Estado no abdique de su obligación de garantizar los servicios esenciales: educación, sanidad, transporte público y colectivo, correo, fuentes energéticas, crédito, etc. Donde comprar coches privados no esté subvencionado por planes estatales para beneficio de empresas multinacionales - casi siempre extranjeras - mientras el tren a Bollullos del Condado se cancela porque no tiene pasajeros suficientes. Una España donde robar, aunque sea de guante blanco, o especular con el producto del esfuerzo colectivo sea delito, como también lo sea asesinar, ya sea a tiros o desde los ayuntamientos, ya sea inocentes criaturas que aún no han sonreído por primera vez. Y donde el lenguaje llame al pan, pan y al vino, vino, cueste lo que cueste y sin eufemismos. Donde acaparar comisiones, prebendas, consejos, consejitos y consejetes, pensiones vitalicias, remuneraciones abusivas para los menos, a costa de los intereses de los más, evadir capitales o tributos sea perseguido y castigado. Donde la corrupción inhabilite para los restos.
Una España, en definitiva, donde las condiciones para que todos tengamos trabajo y autoempleo sean las definitivas para que no haya ni parados ni tampoco “quietos”. Donde la frase “ahora voy a vivir una temporadita del paro” sea desterrada del vocabulario colectivo, como también lo sea que la solución pasa por enviar a nuestros mejores profesionales a trabajar fuera de España.
Una España, finalmente, fruto de un esfuerzo colectivo, de una conciencia común, de un proyecto verdaderamente democrático – no asambleario – propio de todos los españoles, con altas cotas de eficacia, ética y moral. Donde ser español sea de nuevo un orgullo, más allá de la Selección Española de Fútbol, que también.
Pero me temo que no será esto lo que tengamos en 2016. Sospecho.
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