Cuando veas un jardín maravilloso felicita al jardinero, pero no dejes de buscar al amo del lugar para agradecerle haberlo hecho posible.
Cuando un jardín te resulte triste y abandonado consuela al jardinero y aléjate del amo del lugar.

martes, 30 de abril de 2013

"¡Llibertat, amnistia, estatut d'autonomia!"

Era la Barcelona de mil novecientos setenta y no se cuántos. Aunque el que ahora escribe jamás corrió delante de los grises, ni fue detenido, ni nada de todo eso*, sí que estuvo en alguna movida de las de entonces, unas veces por acompañar a un amigo, otras de casualidad, alguna vez embutido por la fuerza del entusiasmo general en una Diada multitudinaria y festiva.

Sea por el paso de los años o porque yo era muy joven o porque es la verdad, el caso es que yo lo recuerdo muy diferente de lo que ha venido después, no me parece que tenga nada que ver aquello que viví en mis tiernas carnes con lo que contemplo en mi patria chica ahora (y en la Patria no tan chica), con 54 años yo, con 35 la cosa esta de las nacionalidades, con un siglo más el mundo.
Que se diría que el siglo ha sido hacia atrás y no hacia delante.

Los adolescentes gritábamos "Llibertat, amnistía, estatut d'autonomía". Y también gritábamos "Queremos los Donuts sin agujeros". En serio (en serio que lo gritábamos, no que lo gritábamos en serio). Todo era con tal alegría - y con tal falta de malicia - que contagiaba. "Llibertat" porque creíamos que no la teníamos y que nos la iban a dar. "Amnistía" para que - pensábamos nosotros - 'salgan de la cárcel las personas buenas que no han hecho nada y que han encarcelado injustamente'. "Estatut d'autonomía" no sabíamos qué carajo era pero rimaba de coña.

Ahora que todo se ha estropeado hasta lo increíble, tampoco las manifas son lo que fueron. Odio, resentimiento y mala folla se reflejan en las caras, los gestos y los gritos. Toda mani es un vómito de bilis, una demostración de todo lo contrario a aquella LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD de unos tiempos que serían bellos, si no hubieran resultado ser el principio de un gran engaño.


* Si todos los que han afirmado luego que corrieron delante de la policía, que fueron encarcelados, que aquello era un sinvivir, que estaba prohibido hablar en catalán, que ellos fueron anti-franquistas activos, que tal y que cual pascual,... si no estuvieran mintiendo, si no llevaran haciéndolo desde que eso fue lo fácil, lo seguro y lo rentable... entonces no se daría la absurda circunstancia de que los que ni siquiera existían odien tanto algo que no conocieron.
¿Se puede, por ejemplo, nacer nacionalista? Claro que no se puede. Y las condiciones que se han de dar para que un colectivo actúe "contra unos invasores" son: que se dé tal invasión y que ese colectivo pase a estar peor que antes de ser invadidos. Ni lo uno ni lo otro se da, ni se dio, sino todo lo contrario, se da, en la piel de toro.

Si recibiéramos un guantazo en los morros cada vez que faltáramos a la verdad; entonces muchos se cabrearían, porque entonces esto volvería a ser la España en la que nací y me crié.        

jueves, 25 de abril de 2013

Rapapolvo a la izquierda y al nacionalismo


"EN TIEMPOS DE ZP HABÍA DESAHUCIOS, PERO NO HABÍA PLATAFORMAS DE ACOSO"

Espectacular rapapolvo del actor Manuel Manquiña a la izquierda y al nacionalismo

Dom 21·4·2013 · 23:03h  18
El digital Praza Pública, afín al nacionalismo y socio gallego del diario progre de Ignacio Escolar, ha publicado esta tarde una interesantísima entrevista con el actor vigués Manuel Manquiña, que en 2009 apoyó a Galicia Bilingüe en su defensa de la libertad de idioma. A diferencia de la mayoría de los actores -muy afines al discurso progre dominante-, en la entrevista Manquiña critica sin rodeos a la izquierda y al nacionalismo.
“Te llaman facha porque dices las cosas que no quieren escuchar muchos”
El citado digital ha intentado pasar factura al actor vigués por disentir de la progresía, haciéndole esta pregunta: “Si pone su nombre en Google, lo primero que sale en el buscador automático es: Manuel Manquiña facha y después Manuel Manquiña Martinez el facha, Manuel Manquiña PP y Manuel Manquiña derechas. ¿Le gusta lo que dice Google sobre usted a primera vista?”
La respuesta de Manquiña ha sido de lo más desacomplejada: “Pues casi voy a decir que es una honra. Si no te llaman facha en este país, no eres nada. Si te llaman facha es porque te manifiestas, porque dices las cosas que no quieren escuchar muchos y que tampoco debes decir. Mira, la llamada izquierda, o la izquierda social, para mí, no tiene respeto en absoluto. A mí, por ejemplo, estas plataformas de acoso a los políticos del PP co…”
“No, escrache no. Acoso”
Así, con puntos suspensivos, “Praza” interrumpe la respuesa de Manquiña. Ha cometido el “error” de saltarse la terminología progre. El entrevistador le corrige con esta pregunta:“¿Escrache?” Pero Manquiña vuelve a la carga sin tapujos:
No, escrache no. Acoso. El escrache se les hacía a los políticos argentinos que estuvieron en la dictadura militar, que torturaron y que se libraban de la justicia. Aquí no son torturadores, son representantes públicos votados por una mayoría. En tiempos de ZP había desahucios, pero no había plataformas de acoso. ¡Claro, era la izquierda!Son ellos los que tienen el comportamento fascista, de terror, de acoso. La prenden fuego a una puerta sabiendo que hay niños al otro lado. Procuran emplear el terror de la gente para que modifiquen su creencia política. Van a tu casa, te persiguen y gritan: “Aquí vive el gilipollas este que no sé qué”. Es decir, modifican tu postura yendo a tu casa a gritar, es acoso que busca modificar tu libertad mediante el terror. Es acoso.”
El actor gallego también le da estopa a los sindicatos a propósito de las coacciones de los piqueteros“Todas esas cosas que tanto le gustan a los sindicatos: poner silicona en la puerta es “informar”. No, mira, no estás informando. Andas acosando y bloqueando el tráfico.”Manquiña es muy claro con los sindicatos: “Emplean el pánico y el terror. Y cualquiera que les haga frente, ya es un facha. Y eso, en España, no se perdona. No se perdona que contestes.”
“Los nacionalismos son enemigos absolutos de la libertad”
Llegado a esta altura de la entrevista, yo ya estaba disfrutando como un enano imaginándome la escena y, sobre todo, la cara del entrevistador del digital progre-nacionalista. Pero aún faltaba lo mejor. “Praza” pregunta a Manquiña por su apoyo al bilingüismo en Galicia, y una vez más el actor contesta sin tapujos:
Yo creo en la libertad de la gente por encima de la libertad de los lugares y de las patrias. Para mí no existen las culturas colectivas, no existe el pueblo. Un pueblo no es superior al individuo. Creo en la potencia del individuo. Cuando se pretende unificar el comportamiento, ¡buf! Eso es un problema muy grave en un país. “¿En Galicia, en Galego?” Mira, ¡vete a tomar por el culo! Y después te dirán “aquí tal cosa” y “allá otra cosa”. Y mañana, todos a misa. Y pasado, prohibido ir a misa. ¿Y todo por qué? Porque un grupo de zumbaos emplean un poder de presión para quererle decir a la gente lo que tiene que hacer. Yo creo en la libertad del individuo, no en el bilingüismo ni en el trilingüismo. Todos los nacionalismos, lo primero que hacen es luchar contra la libertad del individuo y homogeneizar el comportamiento de la gente. Por eso los nacionalismos son enemigos absolutos de la libertad. Ellos hablan de la libertad de un pueblo y de un territorio. Para mí el territorio y el pueblo no son nada. Lo que importa es el individuo. El respeto a los individuos es lo que debe prevalecer. El territorio no opina ni cotiza. Pago yo.”
Podéis leer la entrevista completa, en gallego, aquí. Mi felicitación a Manquiña por no tener pelos en la lengua y por defender la libertad frente a los liberticidas de la izquierda y el nacionalismo. Es un placer ver que hay voces discordantes entre los actores españoles.

Por la autofinanciación de la sociedad civil


APOYAMOS LA MEDIDA DE LA CEOE AUNQUE LLEGA CON RETRASO, Y PEDIMOS LO MISMO A TODOS

Por la autofinanciación de la sociedad civil

Francisco Cerbán: "Las organizaciones deben tener el peso que les dé la sociedad, no el Estado".

El Partido de la Libertad Individual (P-LIB) celebra que la CEOE haya decidido iniciar el camino hacia la plena autofinanciación, prevista para 2014. Los liberales pedimos a todas las demás organizaciones empresariales, profesionales y sindicales, así como a los partidos políticos, confesiones religiosas, asociaciones de todo tipo y cualesquiera otras entidades de la sociedad civil, que emprendan el mismo camino. La decisión de la CEOE llega después de muchas décadas de recibir cuantiosa financiación pública, procedente de los bolsillos de los contribuyentes. El paso que ahora da esta organización es de la más elemental ética. Por ello cabe preguntarse por qué no lo ha hecho antes. Los liberales rechazamos de plano que una organización asociativa, sea del tipo que sea, y sea cual sea su masa de socios o su influencia social, reciba el apoyo económico forzoso de los ciudadanos. La única aportación legítima a las entidades asociativas es la que se realiza voluntariamente, ya sea en forma de cuotas de membresía o de donaciones de cualquier tipo.
Además de la inmoralidad de transferir a una organización el dinero de quienes no simpatizan necesariamente con ella, los liberales vemos con preocupación cómo el Estado y la casta política que lo gestiona colonizan todo el sector no lucrativo mediante las subvenciones. Si queremos organizaciones empresariales, sindicales, políticas, culturales, religiosas o de cualquier otra naturaleza realmente representativas y legitimadas, la financiación estatal debe pasar a la historia. Para ello, los liberales abogamos por una transición rápida hacia la sustitución total de las subvenciones por la plena deducción fiscal de las aportaciones voluntarias de empresas y particulares, sin criba estatal de las entidades destinatarias (para que, además, la aparición espontánea de entidades alternativas no se vea penalizada). Mientras las organizaciones de la sociedad civil dependan para su misma existencia, para su visibilidad y su organización, de que los políticos decidan financiarlas con el dinero de todos, siempre en detrimento de otras organizaciones equivalentes que no cuentan con semejante apoyo ilegítimo, nuestra sociedad seguirá siendo rehén de la élite que controla el Estado, y nuestro sector no lucrativo estará distorsionado.
Es sorprendente que con frecuencia se diga que tal o cual organización debe recibir subvenciones porque la apoya mucha gente. Los liberales respondemos que si una organización tiene mucho apoyo social no necesita que el Estado la financie a cargo de todos, y si tiene poco apoyo social no es justo que con el dinero de todos se le dé una dimensión mayor artificialmente. Francisco Cerbán, miembro del Comité Ejecutivo del P-LIB, ha declarado que “todas las organizaciones sociales deben tener el peso que espontáneamente les dé la sociedad, no el que decida el establishment del Estado”. “Nos enorgullecemos de ser el único partido político cuyos estatutos le prohíben expresamente recibir financiación del Estado”, ha recordado Cerbán, señalando que “así preservamos nuestra independencia y evitamos cometer el inmenso error ético que a los demás parece no importarles: recibir dinero forzosamente arrebatado a aquellos que no comparten nuestros objetivos”.

miércoles, 24 de abril de 2013

Expolios en nombre del “pueblo”, que solo habla por ventrílocuos. Soberanías en fascículos


Con el país semiarruinado y envilecido por tantas decisiones indebidas que se tomaron ayer y paralizado por las necesarias que nadie se atreve a tomar hoy, no es raro que la cuestión del día sea el derecho a decidir. Y resulta obligatorio, sin duda, decidir sobre este derecho. En más de un sentido, me parece que es el tema que subyace en la argumentación de Antonio Muñoz Molina en Todo lo que era sólido (Seix Barral). Diré antes de nada que el libro me parece excelente: solo la modestia me impide elogiarlo más, puesto que hace tanto que vengo insistiendo en no pocas de sus reconvenciones y voces de alarma. Lo que no le resta originalidad a su bien trabada armazón ni habilidad narrativa para saber ilustrarla con casos significativos. Ahí se cuenta cómo los ciudadanos españoles fueron progresivamente dejando de ser lo primero cuanto más se ufanaban de dejar de ser lo segundo. La crisis de nuestro país —económica, social, política— tiene varias causas fatalmente concomitantes, internas y externas, pero la fragmentación nacionalista de la soberanía y por tanto de la responsabilidad de defender al unísono derechos y obligaciones ocupa el centro de todas ellas.
Porque eso es precisamente lo comprometido por el así reclamado “derecho a decidir”. En una democracia, el derecho a decidir es tan intrínseco a los ciudadanos como el derecho a nadar a los peces. De ello se prevalen los separatistas para vender su mercancía averiada: ¿quién va a querer renunciar a su “derecho a decidir”? Ahora bien: ¿por qué reclamar esa obviedad con el énfasis del que aspira a una conquista, como si hubiese en este país ciudadanos de cualquier latitud que carecieran de él? Sencillamente, porque lo que solicitan los separatistas no es el derecho a decidir que ya tienen, sino la anulación del derecho a decidir que tienen los demás. Lo que se exige no es el derecho a decidir de los catalanes sobre Cataluña o de los vascos sobre el País Vasco, sino que el resto de los españoles no pueda decidir como ellos sobre esa parte de su propio país. O sea, que acepten provisionalmente la mutilación de su soberanía hasta que se les imponga de forma definitiva. Por supuesto, llegado ese feliz momento, serán también vascos y catalanes los mutilados del derecho a decidir sobre la mayor parte de su estado actual junto a su pertenencia a él. Y todos tan contentos… ¿por qué ser cola de león si se puede ser cabeza de ratón?
Semejante expolio se hace en nombre del “pueblo”, entidad que siempre debe tener apellido regional para hacerse respetable, y su contagio alcanza incluso a las autonomías cuyo separatismo no ha sido sino mero oportunismo dialéctico para evitar controles del estado y alcanzar privilegios derrochadores del bien común. Quienes nunca creímos que los únicos sujetos políticos sean los individuos y las familias, como Margaret Thatcher, pero tampoco aceptamos que puedan ser sustituidos por un “pueblo” que solo habla por ventrílocuos anti-sistema o anti-país, es decir los que queremos ciudadanía dentro del estado de derecho nacional hemos perdido la partida de la educación y de la ideología mayoritaria: somos los “fascistas” de quienes no saben lo que significa esa descalificación ni cuánto se parecen ellos mismos a los que antaño la merecieron.
La crisis de nuestro país tiene varias causas, pero la fragmentación de la soberanía ocupa el centro
En su libro, Muñoz Molina omite mencionar tanto a los pocos intelectuales progresistas que se opusieron a esta deriva cuanto a los muchos que prefirieron considerar progresista ignorarla o favorecerla. Abundan los ejemplos respetables de este último tipo de ceguera, como el recientemente fallecido José Luis Sampedro, cuyas alusiones al tema vasco es piadoso olvidar en estas horas de luto. Desdichadamente, los que tanto necesitamos a lo largo de muchos años el apoyo de voces sabias de la izquierda no tuvimos la suerte de beneficiarnos de esa lucidez que por lo visto Sampedro guardó para mejores ocasiones. Aunque ni siquiera mucha lucidez hacía falta para señalar el abismo al que nos ha llevado la soberanía en fascículos: bastaba el sentido común y un poquito de aguante para soportar denuestos del radicalismo neotribal.

Que decidan ellos




lunes, 22 de abril de 2013

Nadie puede ser admirable si no pertenece a mi bando, es la lectura final.

Mi abuelo paterno, que era uno de esos republicanos de antes, cultos, viajados y con biblioteca, escéptico como todo hombre sabio, solía repetir una frase que yo, de pequeño, no alcanzaba a penetrar del todo: «Los españoles sólo servimos para salir en los cuadros de Goya». No fue sino más tarde, cuando leí libros, viajé y me familiaricé con cuadros como los del 2 de Mayo en Madrid o el Duelo a garrotazos, cuando comprendí a qué se refería mi abuelo, y por qué, entre todos los pintores españoles, utilizaba a Goya como clave lúcida. Como amarga referencia.

Hace unas semanas hice un experimento. Se cumplían 70 años de la batalla de Krasny Bor, cerca de Leningrado, donde 5.000 españoles de la División Azul encajaron el ataque de dos divisiones soviéticas integradas por 44.000 hombres y 100 carros de combate: una compañía aniquilada, varias diezmadas, oficiales pidiendo fuego artillero sobre su propia posición por estar inundados de rusos. Abandonados a su suerte, durante todo el día pelearon como fieras, a la desesperada. Casi la mitad murieron o desaparecieron, pero frenaron a los rusos, les hicieron 10.000 bajas y obtuvieron de Hitler este comentario: «Extraordinariamente duros para las privaciones y ferozmente indisciplinados». Y, bueno. Tales son los hechos y así los conté en la red social Twitter, donde recalo algunos domingos, añadiendo que entre los divisionarios no todos eran voluntarios falangistas, pues también había ex combatientes republicanos y gente que se alistó por hambre o para ayudar a algún familiar encarcelado o en desgracia. Añadí que la causa que defendían era infame, pero eso no alteraba el hecho básico: eran compatriotas, estaban en el infierno y pelearon con bravura admirable. «Quienes nos gobiernan deberían prestar atención a esas cosas -escribí-. La Historia ha probado mil veces que no hay nada más peligroso que un español acorralado».Lo interesante vino luego: tres mil opiniones de tuiteros. Yo había mencionado un hecho histórico, destacando un coraje y una tenacidad independientes de tiempos o ideologías. Algo que ocurrió y que está -debería estar- en los libros de Historia por las mismas razones que la toma de Tenochtilán, el saco de Roma o la liberación de París por los republicanos españoles de la Nueve. Y sin embargo, no pueden imaginar la que se lió en Twitter: los insultos y descalificaciones entre quienes discutían. Algunos me incluyeron, claro. Eso fue lo más revelador: ultraderechistas acusándome de rojo por haber calificado de infame la causa que la División Azul defendía en Rusia, y ultraizquierdistas acusándome de facha por hablar de la División Azul en vez de sepultarla en el negro olvido. Y entre unos y otros, docenas de tuiteros tirándose los trastos a la cabeza con argumentos ideológicos, orillando el hecho principal: el episodio histórico, su épica objetiva y su interesante consideración. La Historia, en fin, que no es buena ni mala, sino llave para comprender el pasado y el presente. Y a veces, para prever el futuro.Así que una vez más recordé las palabras de mi abuelo. Pensé en Goya. En ese cable suelto que los españoles llevamos sumergido en bilis en algún lugar del corazón. En ese rencor cainita, desaforado, siempre dispuesto a simplificar el mundo en un estúpido nosotros y ellos. En esa necesidad nuestra, no de vencer y convencer, sino de vencer y exterminar al vencido. Borrar hasta su huella. Fusilar al que levanta las manos, en vez de ofrecerle un pitillo y mirarlo a los ojos. Prueben a elogiar en público el valor de moros y cristianos en Las Navas, o el de republicanos y nacionales en El Ebro. Saltarán voces criticando la igualdad de trato, la falta de etiqueta diferencial, la ecuanimidad ante el valor y el sacrificio, como si éstos tuvieran que depender de ideologías para ser admirables. Nadie puede ser admirable si no pertenece a mi bando, es la lectura final. Esto repugna y entristece, porque no es de ahora. Pese a lo que afirman los tontos, no lo inventó Franco, ni la República: viajemos a la Dictadura, a las guerras carlistas, a Fernando VII, a la Inquisición. En pocos lugares de Europa hubo tanta saña y tanta vileza. Mientras en otros países -también en eso envidio a Inglaterra- la inteligencia o el valor del adversario son a menudo motivo de admiración y respeto, en España no hacen sino aumentar la envidia; la ira de quien, una vez dueño de la trinchera, remata la faena con toda clase de vejaciones introductorias al tiro en la nuca. Tiro que, por otra parte, aplica con más entusiasmo quien nunca corrió riesgos antes. Quien más lejos anduvo, durante el combate, del verdadero campo de batalla.


Patente de corso

domingo, 21 de abril de 2013

Con la resistencia a la no-tiranía se pretende suplir la no-resistencia a la tiranía


En general las revoluciones nunca se les hacen a los gobernantes realmente autoritarios e intransigentes, sino a sus sucesores más débiles y menos intimidatorios: no a Luis XIV sino a Luis XVI, por decir algo. También hay muchos más candidatos para enfrentarse a los gobiernos democráticos que para rebelarse contra las dictaduras. A Franco, que fondeaba su yate ‘Azor’ en plena bahía de La Concha durante semanas y se paseaba por San Sebastián con menos medidas de seguridad de las que necesitarían el Rey o Rajoy para hacer el mismo recorrido, no solían hacerle algaradas ni escraches, aunque motivos no hubieran faltado. Por supuesto, el clima levantisco y disconforme que reina en las democracias –frente a la placidez letal de las dictaduras– es un activo político y social a su favor. Ya el viejo Montesquieu advirtió que si acercamos el oído a un país y no se percibe ni el vuelo de una mosca seguro que se trata de una tiranía, mientras que si se escuchan gritos indignados, polémicas y voces escandalizadas de descontento seguramente estamos ante una nación libre.
De modo que solo cabe felicitarse de que los ciudadanos aprovechen las garantías que les brindan las instituciones democráticas para expresar sus reivindicaciones y sus quejas, aunque ello ponga de los nervios a quienes siempre y en toda ocasión ponen el orden por encima de la justicia o de la simple libertad de participación política. Y no se les puede reprochar a los protestones que no hicieran lo mismo en épocas dictatoriales, porque precisamente queremos democracia para poder hacer lo que estaba prohibido con graves penas y serias amenazas personales cuando no la había. Lo malo, sin embargo, comienza cuando los disconformes que quieren hacerse oír se empeñan en manifestar su desacuerdo transgrediendo las normas de la propia democracia y sobre todo empeñándose en descalificarla como si fuese en el fondo la peor de las dictaduras, aunque, eso sí, astutamente disimulada. Una cosa es que protesten o reclamen en democracia quienes no se hubieran atrevido a tanto en una dictadura y otra que para hacerse los héroes o cargarse de unas razones que muchos les discuten pretendan convertir en dictadura lo que no lo es. Porque quienes hemos padecido una dictadura y vivido en democracia (y hemos protestado en la calle contra ambas, por cierto) conocemos perfectamente la diferencia.
Hace ya bastantes años, uno de los filósofos alemanes contemporáneos más interesantes, el escéptico e irónico Odo Marquard, caracterizó el fenómeno que lleva a rebelarse contra la democracia con los aspavientos y altisonancias de quien se enfrenta a una terrible dictadura (en su caso, los que empleaban contra la República Federal Alemana todos aquellos dicterios que callaron bajo el nazismo o silenciaban frente a la Alemania del Este) como desobediencia retrospectiva. Y señalaba agudamente que «con la resistencia a la no-tiranía se pretende suplir la no-resistencia a la tiranía». Actualizado, es un fenómeno que conocemos bien en la España de hoy. No sólo porque algunos que no movieron ni un dedo contra el franquismo o incluso disfrutaron de prebendas y alcanzaron condecoraciones con ese régimen se han convertido ahora en sublevados radicales contra el Gobierno democrático, sino también porque algunos –sean intelectuales o de menor intelecto– que no sólo no apoyaron sino que vieron como indebida crispación las protestas más tumultuosas ante los ejecutivos poco beligerantes contra el brazo político de los terroristas de ETA o contra los partidos separatistas ahora se muestran sumamente comprensivos con quienes emplean métodos aún más excesivos contra los políticos gubernamentales por razones mejor o peor fundadas, pero sin duda no de mayor alcance político o social.
De modo que hoy puede llamarse impunemente ‘criminal’ o ‘fascista’ a quien favorece políticas discutibles, que quizá lesionen algunos derechos y debieran ser enmendadas o mejoradas de acuerdo con los cauces legales que existen para ello, mientras que los mismos que emplean esas tremendas descalificaciones se han guardado muy mucho de emplearlas contra los que efectivamente asesinaron a otros, justificaron o ‘contextualizaron’ esos crímenes y aún guardan silencio ante comportamientos políticos y sociales que se parecen al fascismo populista o al bolchevismo totalitario, que no es mejor, como una gota de agua a otra. Los muchos defectos y abusos que se dan en las democracias (y que se deben precisamente a las pasiones o torpezas de quienes viven libremente en ellas) son vistos como desafíos todavía peores que los sistemas tiránicos, sobre todo si el capricho del tirano sabe travestirse de ideal justiciero. En nuestro país, las leyes son vistas como formas de violencia comparables a cualquier otra coacción ilegal: quien las trasgrede considera que sus motivos personales son tan válidos como los acuerdos colectivos de quienes pretenden hacerlas cumplir. Naturalmente, procura que esa transgresión le salga gratis porque si no…¡vaya democracia que tenemos! Cuando desobedecen a las autoridades actuales, en su imaginación se están enfrentando retrospectivamente a Franco, a Hitler o si me apuran un poco a Calígula. Y además con la ventaja de que su audaz batalla contra la tiranía puede hasta salirles gratis, con un poco de suerte y una ayudita de los biempensantes…

Desobediencia retrospectiva

EL CORREO 21/04/13
FERNANDO SAVATER

sábado, 20 de abril de 2013

La Banca española. Visiones no perrofláuticas


El título de esta entrada viene a cuento de la pregunta trascendental: "¿por qué se gobierna perroflauticamente?". Una cosa son las tonterías que diga un rasta colgado de porros en 'asamblea popular' callejera... y otra muy diferente dirigir un país. Digo yo.

La respuesta a la pregunta, imagino, es que se trata de ganar elecciones, no de gobernar. Y ahí entraríamos de nuevo en las virtudes de una ¿democracia? cuando un país lo habitan demasiados inconscientes de la vida.

Si damos un vistazo general a lo importante; energías, enseñanza y sus resultados, relación entre impuestos y contraprestaciones (balance económico final; ciudadanos - Estado - ciudadanos), costes para emprender y todo ese largo etcétera que debería importarle a alguien, siempre quedamos los últimos.

Conclusión final; lo que hay, lo que tenemos, lo que nos ocurre y que no parece que pueda mejorar si no salimos de esta espiral "votos tontos - gobiernos imbéciles- oposición gilipollas". Así no hay manera.   

El Corte Inglés, el símbolo de una banca sin dinero, un país sin futuro



En una reciente reunión con el consejero delegado de uno de los mayores bancos del país, el ejecutivo se mostró más que satisfecho porque marzo había sido el mejor mes en el último año en cuanto a concesión de crédito. Una cifra que le enorgullecía porque “la banca vive de dar préstamos”, aseveraba con tranquilidad rechazando la creencia generalizada de que las entidades financieras han cortado el grifo a los clientes, ya sean grandes corporaciones, pymes o particulares.
La sensación del directivo era cierta, si se tiene en cuenta que gran parte de esas líneas de financiación otorgadas proceden del Instituto de Crédito Oficial (ICO), el organismo público que no muchos años atrás Pedro Solbes, Miguel Sebastián y Elena Salgado utilizaban principalmente para ayudar a los Florentino Pérez y Luis del Rivero –esos emprendedores de la contabilidad imaginativa- a asaltar Iberdrola y Repsol sin poner un duro de su bolsillo.
Pero la realidad es bien distinta de la que exponía el CEO de ese banco en dicho encuentro off the record. Prueba inequívoca es la información adelantada por este medio esta semana respecto a la emisión de bonos que está preparando El Corte Inglés, que va a tener que recurrir por primera vez en su historia a los mercados de capitales ante el cerrojazo de la banca.
“Si a El Corte Inglés no le prestan, como estarán los demás”, expresaron muchos lectores en sus comentarios anónimos, conclusión que coincide, curiosamente, con la opinión de algún que otro banquero especializados en la materia. Sin embargo, más allá de las apreturas que esté pasando o no la empresa española por excelencia por la crisis del consumo, lo cierto es que la sequía del crédito va mucho más allá de una compañía u otra, sea muy grande o más pequeña, cotice en bolsa o no.
Porque, en términos generales, la banca española no tiene dinero para conceder a los clientes. Un ejemplo manifiesto es el reciente préstamo sindicado que ha firmado una empresa que va como un tiro.Se trata de DIA, la cadena de supermercados a bajos precios, que el año pasado ganó un 60% -si, un 60%- más, hasta obtener un beneficio neto de 157,9 millones. Este grupo de distribución, que factura más de 10.100 millones (4.900 de ellos en España), solicitó 200 millones para financiar nuevas aperturas tanto en aquí como fuera de nuestro país.
¿Y qué pasó? Pues que ningún banco español participó en esa operación, a la que sí acudieron entidades como las estadounidenses Bank of America Merrill Lynch y JP Morgan, las francesas BNP Paribas, Crédit Agricole y Société Générale, y las holandesas Fortis y Rabobank. ¿Cuál fue el motivo por el que BBVA, Santander, Caixabank, Sabadell o Popular no entraron en esa transacción? Varios, pero la conclusión es que nuestros bancos no disponen de cash, al menos a los precios a los que los prestan sus competidores internacionales.
La razón es simple. Con el mercado interbancario cerrado por derribo, a las entidades españolas les cuesta Dios y ayuda que los inversores les compren sus bonos, sus cédulas y otros productos colaterales con los captan dinero para hacer frente a los vencimientos de deuda que tienen con usted y conmigo (nuestros depósitos). En el primer trimestre apenas han levantado 13.000 millones de euros, tan solo 2.000 millones más que en el mismo periodo del año anterior pese a que la prima de riesgo ha caído a cerca de la mitad de un ejercicio para otro.
Una cantidad irrisoría y preocupante si se tiene en cuenta que los que consiguen levantar dinero lo hacen pagando un precio (diferencial) mucho más elevado que al que lo consiguen los bancos alemanes, franceses y americanos, especialmente, por lo que cuando pelean por dar un crédito no tienen nada que hacer con sus competidores. Mientras los BBVA, Santander y Caixabank se financian a 350 puntos, los alemanes apenas lo hacen a 150 y los estadounidenses, a menos todavía. 
A esa desventaja se suma que los Botín, González y Fainé están hasta arriba de riesgo español, sobre todo porque cada trimestre el Ministerio de Economía les pasa el platillo y les pide una aportación a la causa nacional, ya sea para salvar a las cajas en apuros a través de la Sareb, a las comunidades autónomas a través del FLA o a los proveedores a los que no pagan los ayuntamientos de turno.
Así las cosas, lo cierto es que en España el dinero no fluye ni para DIA, ni para El Corte Inglés ni para Telefónica, que cada semana inventa un nuevo salto de trampolín para financiarse. Ni para Enagás, la empresa más segura del universo. Y ello teniendo en cuenta que estas empresas tienen activos de sobra para vender –fiiales en el caso de la teleco y edificios en el caso del holding de Isidoro Álvarez- o empaquetar con los que hacerse con liquidez con relativa comodidad. Es decir, tienen capacidad para repagar la deuda. Son, a pesar de sus particularidades, unas afortunadas financieramente hablando.
Otras, y algunas están en el Ibex 35, no disponen de esos resortes o los han agotado en una gran proporción, véase ACS y FCC, por lo que la dinámica es satánica. Balances endemoniados a los que se suma que la cuenta de resultados, los ingresos, solo andan al modo cangrejo. Y ya saben que los bancos, ni incluso en los momentos de gloria, suelen prestar a empresas cuyos planes de negocio son regresivos.
En esta coyuntura, las previsiones del FMI, de Funcas o del sursuncorda serán papel mojado mientras el sistema financiero no bombee con normalidad. No ya por el futuro de esas grandes corporaciones, sino por los millones de talleres, carpinteros, tenderos, mueblistas, ingenieros y proveedores de todo tipo que viven a lo largo y ancho de un país con poco futuro. O mucho, pero negro. 
Se suponía que con los dos reales decretos de Luis de Guindos -80.000 millones de provisiones o reconocimiento del pecado- la banca volvería a su negocio tradicional. Pero es obvio que no. Temen que tendrán que hacer una penitencia adicional de miles de millones, motivo por el cual prefieren mantener la alforja a buen recaudo en vez de prestarla. Un mal endémico que condena a todo un país y que ha llegado hasta las compañías de más renombre, las que nos dan proyección internacional y crean la Marca España. Otra chorrada más de distracción gubernamental para no hacer frente a los verdaderos problemas que nos aprietan.
Sean felices

miércoles, 17 de abril de 2013

Tú antes molabas


De tantos disgustos y decepciones como llevamos, 'in crescendo', desde los 80's hasta hoy, uno se encuentra a ratos como anonadado, idiotizado (como nos quieren, por otro lado), triste, falto de ganas,... "hecho mierda", sí, eso; hecho mierda.
Ver hasta dónde hemos caído y ver que seguimos cuesta abajo se hace increíble, piensas que YA va a suceder algo por fin, porque 'no puede ser', porque talpascualyestoylootro...

Qué me dices - imaginado lector - de ese amigo que era tan majo y que ahora no te lo llevarías ni a su funeral. Qué me dices de tus héroes de infancia y de juventud.

Forges fue uno de mis héroes en los 70's. Todo lo que tiene me lo debe a mí, que compré todo lo que sacó, y a la SGAE, me imagino, que sigue repartiendo dividendos, de sus impuestos revolucionarios kulturales, aún hoy, a grupos y autores que ni de oídas oye, que no me suenan de nada, que debieron ser peores que Alaska para que yo no los conociera. Pero cobran rentas. Una pasta.

A lo que iba:
Me pregunto cómo habría reaccionado el propio Forges (o pon a Víctor Manuel o a Miguel Ríos o yo que sé ¡son tantos!, son todos, mis héroes caídos),... qué diría el Forges setentero si se viera ahora.
"Tiran más dos tetas que dos carretas. Y tiran mucho más las pesetas" (o euros).

(Ahora me he acordado de Mercedes Milá, ya te digo)

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Por cierto, que antes me he olvidado:
http://plazamoyua.com/2013/04/15/forges-es-subnormal-o-solo-activista-de-una-causa-irracional/

lunes, 15 de abril de 2013

Sectarios, subvencionados, temerosos, soplagaitas, ignorantes, esbirros, vasallos...

Sectarios, subvencionados, temerosos, soplagaitas, ignorantes, esbirros, vasallos...


Clica y lee
¿Salud y República..?
http://candela-machine.blogspot.com/2013/04/salut-y-forca-al-canut.html


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James Stuart Mill ha compartido la foto de Aurora Rodriguez Carballeira.
SICAV, paraíso fiscal para la casta farandulera
Carmen Klecker.- Hasta que Guillermo Rocarfot no ha publicado su libro en Editorial Rambla, ciertamente no encontrábamos una edición tan ampliamente rigurosa e informativa acerca de las ventajosas condiciones en que nadan los paraísos fiscales denominados SICAV, un modelo financiero privilegiado solo accesibles a ciertos encastados personajes de nuestra alcurnia financiera y del famoseo.
Las SICAV son ciertamente incomprensibles para la mayor parte del público, incluidos los iniciados en economía y finanzas, por el hecho de que nadie se atrevía a escribir precisamente de los personajes que disfrutan de los mayores privilegios y que son, a la vez, los que más cantidad de dinero gestionan en contratos de nuestro país.
El libro de Rocarfort no puede pasar desapercibido, ya que se trata de una apuesta del autor -y de la editorial Rambla-, por señalar con el dedo las innumerables injusticias financieras que supone un trato privilegiado para unos pocos que, en suma, terminan pagando el mínimo posible de impuestos, un 1%, mientras que los demás se dedican a pagar los incrementos del IVA, las subidas de los combustibles o los incrementos de las tablas del IRPF, que a los de las SICAV no les afecta.
El autor sostiene que el modelo de paraíso fiscal en España se denomina sencillamente SICAV-Sociedades de Inversión Colectiva de Capital Variable, un nombre tras el que se esconde una tremenda injusticia social y colectiva de nuestro sistema financiero y, ciertamente,una anomalía de la economía española. Son, en suma, sociedades anónimas acogidas a una legislación específica de inversión colectiva, que, como denuncia el profesor Rocafort, gozan de importantísimas ventajas fiscales como contrapartida al cumplimiento de una serie de requisitos exigidos por dicha legislación. Rocafort pone en evidencia a la casta que sujeta esos privilegios, y que se ciñen, entre otros, al mantenimiento de una cotización en bolsa, la limitación a los inversores, un capital variable entre mínimos y máximos fijados estatutariamente y que se ejerza una tutela y control por parte de la CNMV y de la Dirección General del Tesoro y Política Financiera. Controles que, como hemos comprobado en trágicos casos como los de Gescartera, AFINSA o Fórum Filatélico, solamente se contempla para casos muy aislados, dejando al antojo de la marejada judicial el ejercicio de los controles en función de los intereses políticos de cada momento que, por desgracia, suelen coincidir con los que sostenen los paraísos en que el autor define las SICAV.
Las SICAV se amparan por la ley 46/98 de 26 de diciembre, reguladora de las instituciones de inversión colectiva, y gozan de increíbles ventajas fiscales cuyo tipo de gravamen es del 1% frente al 45% de tipo marginal que podría ser aplicado en el IRPF que a todos se aplica, no digamos del 35% de tipo general en el impuesto de sociedades que tributan las empresas. No estamos hablando de paraísos como Gibraltar o las Bermudas, ni de offshore como las zonas libres de Irlanda, ni de las islas Cayman. Estamos hablando de inversiones en España, exentas del más mínimo control tributario, y sobre las que se paga al erario público un 1% sobre beneficios. ¿Donde hay una SICAV para invertir? Pues no hace falta que lo pregunte porque, y ese es el secreto que revela Rocarfort, el acceso a este privilegio está vetado al 99,9% de los mortales que habitan en España.
Efectivamete, los requisitos exigidos para la constitución de un SICAV son inaccesibles a la mayor parte de los mortales, son de admisión o cotización en bolsa con mínimos de 100 accionistas y un capital social mínimo de 2.404.048 euros, en acciones nominativas siendo susceptibles de aumento o disminución dentro de los límites de capital estatuario. Las ventajas que confieren las sicavs para afrontar sus objetivos como la mejor solución patrimonial aparte de su rentabilidad financiero-fiscal del 1%, son la flexibilidad, la liquidez de sus participaciones y la transparencia y control por parte de la CNMV. Desde el punto de vista comparativo, las SICAV son un instrumento de inversión colectiva mucho más ágil que otros, lógicamente, en cuanto a la gestión, por ejemplo que los fondos de inversión, ya que en vez de registrar una composición determinada así como una ponderación fija de los distintos ingredientes que componen el fondo, solo se fijan unos coeficientes, normas a respetar, a la hora de desarrollar la gestión del capital de la sociedad.
Los coeficientes suelen ser los siguientes:
* Coeficiente de control: no más del 5% de los valores emitidos o avalados por una misma entidad.
* Coeficiente de inversión: al menos el 90% del activo estará invertido en valores mobiliarios admitidos a cotización en mercados organizados reconocidos oficialmente.
* Coeficiente de liquidez: mínimo 3%
* Coeficiente de diversificación: no más del 5% de su activo invertido en valores de una misma sociedad. Este límite queda ampliado al 10%, siempre que el total de las inversiones de la sicav, en valores en los que se supere el 5%, no exceda del 40% del activo de la misma.
Guillermo Rocafort apunta en su libro a algunos de los personajes que disfrutan de estos privilegios, muchos de ellos muy influyentes, y desentraña todo lo que las SICAV esconden, abriendo definitivamente un debate llamado a tener amplias y profundas consecuencias. Desde la historia de las instituciones de inversión colectiva, a los numerosos privilegios fiscales de los que se ha rodeado a la SICAV, pasando por un pormenorizado análisis del derecho comparado y la situación en otras naciones, con altura académica y capacidad divulgativa, Guillermo Rocafort no se para ni ante la hipocresía de personalidades relevantes como el cineasta Pedro Almodóvar, la periodista Ana Rosa Quintana, la todopoderosa familia Polanco o la exministra socialista de Educación, Mercedes Cabrera, “auténtica aristocracia del dinero” como la califica el periodista Enrique de Diego, que predican para los demás lo que ellos no cumplen y cuyos privilegios contrastan, en tremendo agravio comparativo, con el infierno fiscal al que son sometidas las clases medias españolas.
Disponible en:
http://www.elcorteingles.es/tienda/libros/facet/facetGlossary.jsp?removeAllFacets=true&addFacet=SRCH%3asicav%2cpara%C3%ADso+fiscal&facetTrail=SRCH%3asicav%2cpara%C3%ADso+fiscal&trailSize=1&search=busqueda&_requestid=225562
SICAV, paraíso fiscal
Guillermo Rocafort
Editorial RAMBLA
http://www.alertadigital.com/2012/08/22/sicav-paraiso-fiscal-para-la-casta-farandulera/
















SICAV, paraíso fiscal para la casta farandulera
Carmen Klecker.- Hasta que Guillermo Rocarfot no ha publicado su libro en Editorial Rambla, ciertamente no encon
trábamos una edición tan ampliamente rigurosa e informativa acerca de las ventajosas condiciones en que nadan los paraísos fiscales denominados SICAV, un modelo financiero privilegiado solo accesibles a ciertos encastados personajes de nuestra alcurnia financiera y del famoseo.
Las SICAV son ciertamente incomprensibles para la mayor parte del público, incluidos los iniciados en economía y finanzas, por el hecho de que nadie se atrevía a escribir precisamente de los personajes que disfrutan de los mayores privilegios y que son, a la vez, los que más cantidad de dinero gestionan en contratos de nuestro país.
El libro de Rocarfort no puede pasar desapercibido, ya que se trata de una apuesta del autor -y de la editorial Rambla-, por señalar con el dedo las innumerables injusticias financieras que supone un trato privilegiado para unos pocos que, en suma, terminan pagando el mínimo posible de impuestos, un 1%, mientras que los demás se dedican a pagar los incrementos del IVA, las subidas de los combustibles o los incrementos de las tablas del IRPF, que a los de las SICAV no les afecta.
El autor sostiene que el modelo de paraíso fiscal en España se denomina sencillamente SICAV-Sociedades de Inversión Colectiva de Capital Variable, un nombre tras el que se esconde una tremenda injusticia social y colectiva de nuestro sistema financiero y, ciertamente,una anomalía de la economía española. Son, en suma, sociedades anónimas acogidas a una legislación específica de inversión colectiva, que, como denuncia el profesor Rocafort, gozan de importantísimas ventajas fiscales como contrapartida al cumplimiento de una serie de requisitos exigidos por dicha legislación. Rocafort pone en evidencia a la casta que sujeta esos privilegios, y que se ciñen, entre otros, al mantenimiento de una cotización en bolsa, la limitación a los inversores, un capital variable entre mínimos y máximos fijados estatutariamente y que se ejerza una tutela y control por parte de la CNMV y de la Dirección General del Tesoro y Política Financiera. Controles que, como hemos comprobado en trágicos casos como los de Gescartera, AFINSA o Fórum Filatélico, solamente se contempla para casos muy aislados, dejando al antojo de la marejada judicial el ejercicio de los controles en función de los intereses políticos de cada momento que, por desgracia, suelen coincidir con los que sostenen los paraísos en que el autor define las SICAV.
Las SICAV se amparan por la ley 46/98 de 26 de diciembre, reguladora de las instituciones de inversión colectiva, y gozan de increíbles ventajas fiscales cuyo tipo de gravamen es del 1% frente al 45% de tipo marginal que podría ser aplicado en el IRPF que a todos se aplica, no digamos del 35% de tipo general en el impuesto de sociedades que tributan las empresas. No estamos hablando de paraísos como Gibraltar o las Bermudas, ni de offshore como las zonas libres de Irlanda, ni de las islas Cayman. Estamos hablando de inversiones en España, exentas del más mínimo control tributario, y sobre las que se paga al erario público un 1% sobre beneficios. ¿Donde hay una SICAV para invertir? Pues no hace falta que lo pregunte porque, y ese es el secreto que revela Rocarfort, el acceso a este privilegio está vetado al 99,9% de los mortales que habitan en España.
Efectivamete, los requisitos exigidos para la constitución de un SICAV son inaccesibles a la mayor parte de los mortales, son de admisión o cotización en bolsa con mínimos de 100 accionistas y un capital social mínimo de 2.404.048 euros, en acciones nominativas siendo susceptibles de aumento o disminución dentro de los límites de capital estatuario. Las ventajas que confieren las sicavs para afrontar sus objetivos como la mejor solución patrimonial aparte de su rentabilidad financiero-fiscal del 1%, son la flexibilidad, la liquidez de sus participaciones y la transparencia y control por parte de la CNMV. Desde el punto de vista comparativo, las SICAV son un instrumento de inversión colectiva mucho más ágil que otros, lógicamente, en cuanto a la gestión, por ejemplo que los fondos de inversión, ya que en vez de registrar una composición determinada así como una ponderación fija de los distintos ingredientes que componen el fondo, solo se fijan unos coeficientes, normas a respetar, a la hora de desarrollar la gestión del capital de la sociedad.
Los coeficientes suelen ser los siguientes:
* Coeficiente de control: no más del 5% de los valores emitidos o avalados por una misma entidad.
* Coeficiente de inversión: al menos el 90% del activo estará invertido en valores mobiliarios admitidos a cotización en mercados organizados reconocidos oficialmente.
* Coeficiente de liquidez: mínimo 3%
* Coeficiente de diversificación: no más del 5% de su activo invertido en valores de una misma sociedad. Este límite queda ampliado al 10%, siempre que el total de las inversiones de la sicav, en valores en los que se supere el 5%, no exceda del 40% del activo de la misma.
Guillermo Rocafort apunta en su libro a algunos de los personajes que disfrutan de estos privilegios, muchos de ellos muy influyentes, y desentraña todo lo que las SICAV esconden, abriendo definitivamente un debate llamado a tener amplias y profundas consecuencias. Desde la historia de las instituciones de inversión colectiva, a los numerosos privilegios fiscales de los que se ha rodeado a la SICAV, pasando por un pormenorizado análisis del derecho comparado y la situación en otras naciones, con altura académica y capacidad divulgativa, Guillermo Rocafort no se para ni ante la hipocresía de personalidades relevantes como el cineasta Pedro Almodóvar, la periodista Ana Rosa Quintana, la todopoderosa familia Polanco o la exministra socialista de Educación, Mercedes Cabrera, “auténtica aristocracia del dinero” como la califica el periodista Enrique de Diego, que predican para los demás lo que ellos no cumplen y cuyos privilegios contrastan, en tremendo agravio comparativo, con el infierno fiscal al que son sometidas las clases medias españolas.

Disponible en:
http://www.elcorteingles.es/tienda/libros/facet/facetGlossary.jsp?removeAllFacets=true&addFacet=SRCH%3Asicav%2Cparaíso+fiscal&facetTrail=SRCH%3Asicav%2Cparaíso+fiscal&trailSize=1&search=busqueda&_requestid=225562
SICAV, paraíso fiscal
Guillermo Rocafort
Editorial RAMBLA

domingo, 14 de abril de 2013

Hoy, nada de política (casi)


CONTRA LA TORTURA LINGÜÍSTICA , UN POCO DE GRAMÁTICA BIEN EXPLICADA, TAL VEZ HASTA LOS JUMENTOS MEJOREN.

00

Yo no soy víctima de la LOGSE. Tengo 50 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, que primaban el esfuerzo y la formación de los alumnos por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política. En párvulos (así se llamaba entonces lo que hoy es “educación infantil”, mire usted) empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de “araña”, la E de “elefante”, la I de “iglesia” la O de “ojo” y la U de “uña”. Luego, cuando eras un poco más mayor, llegaba “El Parvulito”, un librito con poco más de 100 páginas y un montón de lecturas, no como ahora, que pagas por tres tomos llenos de dibujos que apenas traen texto. Eso sí, en el Parvulito, no había que colorear ninguna página, que para eso teníamos cuadernos.
En Primaria estudiábamos Lengua Española, Matemáticas (las llamábamos “tracas” o “matracas”) Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Plástica (dibujo y trabajos manuales), Religión y Educación Física. En 6º de Primaria, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de “b en vez de v” o cinco faltas de acentos, te suspendían.
En Bachiller, estudié Historia de España, Latín, Literatura y Filosofía.
Leí El Quijote y el Lazarillo de Tormes; leí las “Coplas a la Muerte de su Padre” de Jorge Manrique, a Garcilaso, a Góngora, a Lope de Vega o a Espronceda…
Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura.
Y.. vamos con la Gramática.
En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es “atacante”; el de salir es “saliente”; el de cantar es “cantante” y el de existir, “existente”. ¿Cuál es el del verbo ser? Es “ente”, que significa “el que tiene entidad”, en definitiva “el que es”. Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación “-nte” .
Así, al que preside, se le llama “presidente” y nunca “presidenta” , independientemente del sexo (masculino o femenino) del que realiza la acción, que es como se denomina a la diferencia existente entre hombre y mujer y no “genero” que es el material de la tela con que se le cubre pudorosamente.
De manera análoga, se dice “capilla ardiente”, no “ardienta”; se dice “estudiante”, no “estudianta”; se dice “independiente” y no “independienta”; “paciente”, no “pacienta”; “dirigente”, no dirigenta”; “residente”, no “residenta” , y el cuento de aquella princesa que esta dormida se llamaba “la bella durmiente” no “la bella durmienta” .
Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son “periodistos”), ¿Hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española ? Creo que por las dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hace más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).
No me gustan las cadenas de correos electrónicos (suelo eliminarlas) pero, por una vez, os propongo que paséis el mensaje a vuestros amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no son “ignorantas semovientas”, aunque ocupen carteras ministeriales).
Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del sexo masculino y que habían firmado un manifiesto muy machista. Algunos de los firmantes eran: el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!

por ramrock

sábado, 13 de abril de 2013

TODO CONTRA LA PATRIA

Eso deberíamos poner por todos sitios; TODO CONTRA LA PATRIA. Para resumirlo y para, al menos, seguir actuando igual pero conscientes de lo que estamos haciendo; todo contra nosotros mismos.
Porque españoles somos todos los que hemos nacido en España, todos los que andamos debatiendo sobre el sexo de los ángeles y todos los que 'se sienten' otra cosa.
Hemos nacido españoles, para bien y para mal. Luego que cada uno se monte su película, pero que no se engañe, lo que ha perjudicado a España en el pasado reciente le ha perjudicado a él, lo que perjudique a España hoy, te perjudica, me sabe mal decirlo por lo mucho que disfrutan algunos jodiéndose y jodiéndonos a los demás, pero es lo que hay.
A otros sí les beneficia, dentro y fuera de España, pero tu realidad sigue siendo; ¿peor para España?, peor para ti.

También - el título, el eslogan - podría ser TODO POR FRANCIA o TODO POR LO EXTRANJERO u otras variantes.
Lo que no se puede decir es un "todo por Cataluña" (por ejemplo) porque así no, así como venimos haciendo sería en todo caso un "todo por una élite de catalanes" o "todo por la burguesía Catalana"...
Lo que no se puede decir, del modo que se está haciendo, es un "todo por los trabajadores" o "todo por la libertad y la justicia". Así tampoco, así como hemos ido y así como vamos, pues no. Y la realidad, tozuda ella, lo ha confirmado de modo exhaustivo. Ni los 'trabajadores' ni la libertad ni la justicia mejoran así sino todo lo contrario. Echa un vistazo si tienes ojos.

Hubo, antiguamente, aquel TODO POR LA PATRIA que por lo visto molestaba a alguien y que ya no se encuentra uno cuando camina por España.
Bien. Pues vale. Pues bueno.
A riesgo de provocar desazón entre nuestras víctimas de la LOGSE y de adoctrinamientos varios, diré que algo así; "Todo por la patria" o similar, se dice, se escribe y se canta en todos los rincones del mundo. Con sus variantes, pero todos lo hacen. Menos nosotros, fíjate qué cosas.
Mas aún (agárrate): creen en esas palabras y hasta morirían por ellas. No todos, es verdad, pero la mayoría de seres humanos tienen sentimiento patriótico.
- "¿Y ezo qué e?"
- Pues que se quieren a sí mismos. Básicamente.

Añorando España

Tampoco lo he escrito yo. Y ya ni sé lo que yo suscribiría. Pero añoro España y añoro la gente que conocí cuando era joven. Añoro aquella sociedad que ha desaparecido. Añoro aquella Cataluña en la que nací y me crié. Añoro lo que compartíamos; principios, respeto, decencia, sentido del deber, responsabilidad, ¡mérito!, justicia,... todo lo que hemos perdido. Lo añoro tanto...

Añoro España.

Lo que voy a transcribir no lo he escrito yo. Lo ha escrito un amigo que se llama socialista y ademas milita en ello. Lo suscribo al 100%.¿seré socialista? Algo sí, pero es más fácil pensar que él esté más cerca de nuestras filas. Quizá por ello está en una fase de expediente en sus partido. Los socialistas no suelen querer a gente honrada en sus filas. 100 años les avalan. Ahí va. Gracias Juanan:
Me gustaría una España unida, en su diversidad, sin que ello suponga ni aprovechamiento de unos pocos – o muchos -, mediante el chantaje y la tensión permanentes, ni fórmulas envolventes para lograr la cuadratura del círculo. Las cosas son siempre más sencillas. Una España en la que hablar un idioma común sea un derecho respetado y respetable, donde nacer sea un derecho inherente al que nace y no a quien te lo puede impedir. Donde las cosas sean justas por definición y sólo haya que corregir las diversas interpretaciones y no al revés. Donde lo normal sea ser decente y sólo se corrompan unos pocos, entre el repudio generalizado de la población, a todos los niveles (de corrupción). Donde se trabaje en paz, como fruto del esfuerzo personal, y donde estén garantizados el derecho – y casi la obligación - al acceso a la propiedad de los bienes de producción; donde el trabajo no se compre con dinero; donde el trabajador no suponga que el emprendedor es un canalla por definición y donde obtenga mayor reconocimiento quien más compromiso demuestre conforme a sus capacidades. Donde la igualdad sea sustituida por la justicia. Donde el Estado no invada la iniciativa privada, anulando su competencia, pero donde ese mismo Estado no abdique de su obligación de garantizar los servicios esenciales: educación, sanidad, transporte público y colectivo, correo, fuentes energéticas, crédito, etc. Donde comprar coches privados no esté subvencionado por planes estatales para beneficio de empresas multinacionales - casi siempre extranjeras - mientras el tren a Bollullos del Condado se cancela porque no tiene pasajeros suficientes. Una España donde robar, aunque sea de guante blanco, o especular con el producto del esfuerzo colectivo sea delito, como también lo sea asesinar, ya sea a tiros o desde los ayuntamientos, ya sea inocentes criaturas que aún no han sonreído por primera vez. Y donde el lenguaje llame al pan, pan y al vino, vino, cueste lo que cueste y sin eufemismos. Donde acaparar comisiones, prebendas, consejos, consejitos y consejetes, pensiones vitalicias, remuneraciones abusivas para los menos, a costa de los intereses de los más, evadir capitales o tributos sea perseguido y castigado. Donde la corrupción inhabilite para los restos.
Una España, en definitiva, donde las condiciones para que todos tengamos trabajo y autoempleo sean las definitivas para que no haya ni parados ni tampoco “quietos”. Donde la frase “ahora voy a vivir una temporadita del paro” sea desterrada del vocabulario colectivo, como también lo sea que la solución pasa por enviar a nuestros mejores profesionales a trabajar fuera de España.
Una España, finalmente, fruto de un esfuerzo colectivo, de una conciencia común, de un proyecto verdaderamente democrático – no asambleario – propio de todos los españoles, con altas cotas de eficacia, ética y moral. Donde ser español sea de nuevo un orgullo, más allá de la Selección Española de Fútbol, que también.
Pero me temo que no será esto lo que tengamos en 2016. Sospecho.