Ha resultado que dejarnos solos, como si fuéramos mayorcitos, ha dado los peores resultados posibles.
Que resulta que las mayorías no son las que más saben. Tampoco han sido las opiniones mayoritarias las más justas ni las más solidarias ni las más documentadas... ni nada bueno, en definitiva.
Extrañamente, las mayorías se han mostrado muy anti-democráticas, rizando un rizo inesperado. ¿Inesperado?, pues sí; al menos ha sido una desagradable sorpresa para... LA MAYORÍA y para unos cuantos pardillos como el que ahora escribe esto.
Aquí abajo traigo un pequeñísimo compendio de contradicciones y despropósitos mayoritarios.
Un día comenzó en España una nueva época que debía significar un gran salto hacia delante. Teníamos los mimbres, una base sólida y, por delante, LA LIBERTAD. Jeje, sí, sí que fuimos pardillos, algunos.
¿Y LA MAYORÍA?. Pues la mayoría resultó que era eso, lo que suele ser la mayoría en cualquier lugar subdesarrollado en lo mental y filosófico. Puro paletismo deseoso de consignas que repetir y con ningunas ganas de pararse a pensar por parte de sus integrantes (de la mayoría).
Este ejercicio que apenas comienza el autor en su escrito - hacer una relación de contradicciones y absurdos mayoritarios de nuestra experiencia memocrática - resultaría tedioso intentar desarrollarlo hasta terminarlo. Y además sería inútil.
(Algunas aportaciones hay en esta bitácora, para ese hipotético listado. "Igualar discriminando", por ejemplo, se nos ha dado de perlas).
Aquí y ahora lo que se lleva es señalar y gritar la palabra mágica: ¡FASCISTA!.
Conocer el verdadero significado de las palabras no es obligatorio tampoco, podemos quemar los diccionarios, las enciclopedias y los libros de historia, que maldita la falta que nos hacen.
A los suecos no se, pero a nosotros no se nos puede dejar solos.
SU MÉTODO FAVORITO PARA SILENCIAR A QUIENES CONTRADECIMOS SUS DOGMAS
Manual del Buen Progre. Capítulo 1: si discrepas de la izquierda eres un ‘fascista’
Inicio hoy una serie de artículos para diseccionar esa forma de adolescencia ideológica que se conoce como progresía. Este primer capítulo lo dedico a repasar su método más común para ahorrarse el esfuerzo de debatir con quienes contradecimos sus dogmas: presentarnos -seamos lo que seamos- como ultraderechistas, fachas o fascistas.
Razonar, aunque enriquece intelectualmente, es más difícil que estigmatizar, pero el buen progre sabe que a falta de argumentos -lo cual es habitual-, tachar de “fascista” al que discrepa suele ser una forma eficaz de amedrentarle y silenciarle. Los más acomplejados tiemblan al escuchar la palabreja -pues muchas veces se usa como diana para señalar objetivos a los violentos- y son capaces de lo que sea para que la izquierda les otorgue el carnet de demócratas (aunque la expedición de ese carnet la hagan fans de dictadores como Lenin y Fidel Castro).
A continuación os mostraré una serie de ideas o situaciones que los progres usan como pretexto para llamar “fascista”, “facha” o “ultraderechista” a los demás:
- Defender el derecho a la vida de los niños no nacidos. Es complicado oponerse a la defensa de un derecho humano tan elemental. Algunos progres lo hacen negando la humanidad de los no nacidos. Pero incluso en la izquierda da algo de corte intentar convencer a la gente de que las mujeres conciben seres no humanos. Algunos prefieren elsilenciador de ideas que nos ocupa: por ejemplo, Izquierda Unida tacha de “fascista” defender ese derecho. Es muy difícil razonar que defender la vida de seres humanos inocentes e indefensos sea propio de “fascistas”, pero más difícil aún es sostener que matar a esos niños sea un “derecho” y un signo de progreso, y ahí tenéis a la izquierda abortista diciéndolo sin ruborizarse.
- Ayudar a las mujeres embarazadas sin recursos que desean tener a sus hijos.Derivado del anterior punto. Desde la izquierda se insiste en que abortar -es decir, matar a tu hijo en su edad prenatal- es en realidad un ejercicio de “libertad de elección”. En realidad,para el buen progre esa “libertad” sólo tiene un ejercicio digno de ser promovido: abortar. Así, por ejemplo, el PSOE ha señalado que ayudar a las embarazadas sin recursos que no quieren abortar es cosa de “ultraderechistas”. Y es que los millonarios dueños de los abortorios también son progres y cada niño que nace es una clienta que pierden. Por supuesto, si objetas todo esto a un buen progre ya sabes lo que tendrás por respuesta: “¡fascista!”.
- Casarse y tener hijos. Pues sí: hacer algo tan elemental, tan extendido y tan beneficioso para la sociedad provoca rechazo en el buen progre. A modo de ejemplo, en 2011 el PSOE se refirió a la familia natural como “el modelo familiar de la ultraderecha”. Alguien podría alegar que ese modelo familiar es el de muchos dirigentes y militantes socialistas. El buen progre sabe lo que eso significa: que los “fascistas” se han infiltrado en el partido.
- Ayudar y dar de comer a los necesitados como voluntario de Cáritas. Pues sí, no es broma. Hay progres que consideran que esto es merecedor de que a uno le equiparen con Mussolini. El año pasado ya hablé aquí del caso de un conocido bloguero progre que llamó “cristofascistas” a los voluntarios de Cáritas. Ni uno solo de sus fans le reprochó tal insulto. A fin de cuentas, Cáritas es una ONG católica, y todo lo católico tiene en los progres los mismos efectos que el agua bendita en la niña de la película de “El exorcista”.
- Defender la libertad de idioma. El buen progre piensa que la libertad para educar a tus hijos en la lengua que elijas es cosas de “fascistas” y la imposición lingüística no lo es. Curioso, ¿no? Por eso hay izquierdistas que apoyan la imposición del gallego y llaman “fascistas” a los que piden libertad. Por supuesto, la imposición del idioma tiene excepciones: para el buen progre imponer el español es “fascista” pero imponer el catalán no lo es. Porque sí. Si apelas a la lógica para discutir ese absurdo, te espera el sambenito de siempre: “fascista”.
- Oponerse a que un gobierno negocie nuestro futuro con ETA. Francisco José Alcaraz, entonces presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, encabezó la oposición cívica a la negociación del PSOE, primero, y después el gobierno de Zapatero con la banda terrorista. Desde las filas socialistas y sus aledaños no escatimaron en ataques e insultos para acallar esas críticas. A modo de ejemplo, en marzo de 2008 desde las juventudes del PSOE tacharon a Alcaraz y a la AVT de “fascistas”. Es muy significativo comprobar que ese mismo insulto se dirigió contra la AVT desde medios proetarras.
- Escuchar la Cadena COPE. Pues sí: ser oyente de la emisora católica también se ha merecido la acusación de “fascista” desde las filas socialistas. En enero de 2005 el dirigente socialista Juan Alberto Belloch afirmó que tras escuchar la COPE sus oyentes “se transforman de inofensivos fachas en peligrosos fascistas”. Sería de risa si el gobierno de Zapatero no se hubiese servido de memeces como ésa para impulsar una campaña de acoso contra esa emisora por atreverse a criticar la actuación de los socialistas en el poder.
- Pedir menos impuestos, más libertad económica y menos Estado. Ése ha sido el eje principal del discurso del Tea Party en Estados Unidos. Según el diario izquierdista Público, ésos son “postulados ultras”. Alguien podría objetar que el fascismo, igual que la izquierda, defiende más Estado y menos libertad económica. No intentes razonarlo. Un buen progre no tiene que saber historia, sólo ha de saberse las consignas que otros le dictan.
- Defender la regulación del matrimonio vigente en la mayoría de los países democráticos, y vigente también en España durante varias décadas de democracia y bajo sucesivos gobiernos de UCD, el PSOE y el PP hasta 2005. Según el gran gurú progre Ignacio Escolar defender eso es una “fascistada”. El caso es que esa “fascistada” ha existido también en todos los regímenes socialistas, y según esa tesis, hasta Fidel Castro también es un fascista. Una vez más, pedir al buen progre un mínimo ejercicio de lógica tendrá como contrapunto la palabra mágica de siempre: “fascista”. No se le puede pedir más. Al fin y al cabo, muchos que tachan de “homófoba” la defensa del matrimonio natural no tienen reparos en ponerse una camiseta con el retrato del Che Guevara, un tipo que odiaba a los homosexuales y que les sometía a duros castigos para corregir su orientación.
Hoy en día, cuando disponemos de más fuentes para informarnos mejor en menos tiempo,sorprende que algunos sigan destilando con tanto odio e intolerancia contra quienes no opinamos como ellos y que, a pesar de eso, aún tengan la jeta de creerse con derecho a darnos lecciones de democracia a los demás. Su actitud no dejaría de resultar incluso cómica si no fuese por la cantidad de medios que jalean esa intolerancia progre y por los violentos que, animados por esa demonización del discrepante, la traducen en algo peor que simples insultos.
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