Lo malo de los políticos novatos es que pueden meter la pata y marcar un gol en propia puerta (por ejemplo, citando cifras y estadísticas de dudosa procedencia) que no se le colaría a ningún político veterano. Lo bueno de los políticos novatos es que sólo en ellos se puede confiar para hacer y decir lo que los veteranos no harán ni dirán nunca. Ejemplo: que la archicacareada legislación made in Zapatero contra la violencia de género es aproximadamente una porquería, del todo insuficiente para hacer frente al drama que pretendía corregir. Se hizo para halagar el feminismo más rancio, revanchista y superficial, no para atajar el verdadero problema.
Sólo en un contexto tan política e intelectualmente borderline se entiende que alguien propusiera una salvajada como la discriminación positiva de género en materia penal (un señor que maltrata a su señora recibiendo más castigo que la misma señora maltratando al mismo señor…) y que nadie linchara en la plaza pública al autor del engendro, Jesús Caldera. Sí, el mismo que desde la Fundación IDEAS encumbró a una tal Amy Martin. Si eso no es feminismo del bueno, que baje la Beauvoir y lo vea.
Recuerdo perfectamente que cuando se promulgó aquella ley alguna magistrada muy prosocialista (o sin el pro) pero también muy insigne, muy versada en Derecho, me estuvo contando durante toda una cena las atrocidades de todo aquello, así como sus nulas perspectivas de eficacia. Tan claro me lo dejó que al día siguiente escribí una columna sobre el tema, respetando la confidencialidad de la fuente, por supuesto. Cuál no sería mi sorpresa al recibir al poco una llamada de ella misma afeándome, punzante, que mi artículo hubiese sido seleccionado “para el resumen de prensa de los jueces fachas”. Y yo, atónita pero cortés: “Oye, ¿pero no eras tú quién me hizo ver todo esto?” Y ella: “Sí, pero no para decirlo en voz alta y dar munición a la derecha contra el gobierno”. Réplica mía: “Oye, y si no queréis dar munición a la derecha, ¿por qué no mandáis a Caldera a aprender de leyes?”.
La escena que acabo de describir, creo, es el turbio y verdadero meollo de este asunto. Aquí nunca se ha tratado de acertar. Se ha tratado siempre de salvar la cara a sucesivos políticos, a cual más inútil. Los problemas que los políticos no saben resolver directamente no existen. ¿Las denuncias falsas por malos tratos, que haberlas, haylas, y no precisamente pocas, sobre todo desde que se convirtieron en la perfecta arma de destrucción masiva de todo divorcio que pinta mal? ¿No es verdad que todos tenemos un hermano, primo, amigo o por lo menos conocido al que su ex acusó o amenazó alguna vez con acusar de malos tratos para obtener una cómoda orden de alejamiento de los hijos y por supuesto del piso?
¿Que cuántas son exactamente esas denuncias falsas? Imposible saberlo porque, efectivamente, no se investigan. Porque nadie quiere mojarse con este problema. Por eso si una señora pone una denuncia falsa pueden pasar dos cosas, que cuele, o que no cuele. Si cuela, pues ya está. Y si no cuela, pues no pasa nada, coste cero. Estando así las cosas, ¿cómo no va a haber desalmadas que lo intenten?
Por supuesto la impunidad no es sólo penal, lo es también estadística. No hay estamento oficial en el mundo que tenga interés en computar estas cosas, al parecer. Pero, aunque lo hubiera, ¿cómo y con qué, si en general no hay persecución, sino carpetazo de oficio? Toni Cantó igual ha pecado de pringado al dar crédito a las cifras facilitadas por una asociación de damnificados por la violencia de género a la inversa (de mujeres contra hombres). Pero, ¿alguien me puede explicar con qué cara defiende el ministerio de Sanidad sus propias cifras? ¿Con qué cara me dicen que el 80 por ciento de las afectadas no denuncia? Y ellos, ¿cómo lo comprueban? ¿No da más bien la impresión de que aquí todo el mundo se hace los datos a medida y bastante al buen tuntún?
Resumiendo, porquería bien barridita debajo de la alfombra, Toni Cantó lapidado en las redes, etc, y aquí paz y corrección política y después gloria y más mujeres apaleadas y muertas, y más hombres víctimas de la injusticia. Porque, por si por alguien no se había enterado, yo no estoy escribiendo esto porque tenga síndrome de Estocolmo con Toni Cantó ni con el género masculino en general. Escribo esto en defensa de todas las mujeres verdaderamente maltratadas que no merecen el escarnio de las mentirosas. Escribo esto en defensa de todos los buenos hombres y compañeros que no merecen ser metidos en el mismo saco de violadores y asesinos. Escribo esto en defensa de la decencia, la dignidad humana y sí, la política. Gracias Toni Cantó por intentar poner el dedo en alguna llaga verdaderamente sangrante, para variar. Pide perdón por lo que tengas que pedir perdón. Pero por favor sigue hurgando.
en
¿Alguna mujer en defensa de Toni Cantó? Yo misma
http://www.cuartopoder.es/lagatasobreelteclado/alguna-mujer-en-defensa-de-toni-canto-yo-misma/2644
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