Contra el bipartidismo estrafalario
Mariano Rajoy acudió esta semana a un foro de la prestigiosa revista británica The Economist. Y lo hizo acompañado no de su vicepresidenta, ni del ministro de Economía, sino de la secretaria general de su partido, Dolores de Cospedal. La compañía ya da una pista de qué es lo que Rajoy quería defender en Londres: no la marca España, ni nuestro potencial económico, ni siquiera las bondades de nuestra gastronomía, sino el sistema bipartidista. Si Rubalcaba no formó parte de la comitiva es porque hubiera resultado extraño en alguien que anda pidiendo la dimisión del presidente. Pero ya se encargaron Rajoy y Cospedal de defender al PSOE.
El presidente basó su defensa del bipartidismo en que hasta ahora ha funcionado "razonablemente bien", y advirtió de que sin los dos grandes partidos turnándose en el poder, podrían aparecer, como en otros países, "partidos estrafalarios", que, según él, no existen en España. Como ayer señalaba el diario on line Libertad Digital, en nuestro país existen partidos como ERC o CiU a los que encaja bastante bien el adjetivo "estrafalarios", y otros como Amaiur o Bildu, legales por la dejación interesada del bipartidismo, a los que se les queda muy corto.
Las declaraciones de Rajoy y Cospedal son muy reveladoras. Es la primera vez que el líder de uno de las formaciones tradicionales reconoce la naturaleza del sistema de partidos español. Tras tres décadas de enfrentamientos muchas veces descarnados, de abierto sectarismo, de polarizar a la opinión pública con sus "¡cuidado, que viene la derecha!" o "¡cuidado, que vienen los socialistas!", ahora se nos confiesa que esta confrontación era mera fachada. Pero, ¿por qué? ¿Por qué escenificar este enfrentamiento, por qué apelar a los instintos más bajos de los votantes si en realidad existe un pacto tácito para no tocar las estructuras de las que se alimentan?
Por un motivo muy sencillo: esta polarización y este sectarismo son imprescindibles para el mantenimiento del sistema bipartidista. Junto con la Ley Electoral, incentiva a los ciudadanos a concentrar el voto en PP o PSOE, por poco que les gusten sus políticas. Muchos españoles han votado sobre todo con un objetivo: que no ganen los otros, sin darse cuenta de que no había unos y otros (hunos y hotros, como decía célebremente Unamuno), sino un duopolio cuya principal misión era evitar las reformas que pusieran en riesgo su posición.
El mejor ejemplo lo ha dado la propia Dolores de Cospedal al decir a su audiencia en el foro de The Economist que "cuando la política desaparece, sólo hay dos posibilidades: o aparece el populismo, o aparecen los generales". Aparte de identificar la política con lo que hacen PP y PSOE, es asombroso que una líder de la derecha conservadora invoque al fantasma del golpe militar. Éste había sido un recurso de la izquierda en momentos de máxima tensiónmitinera. Una parte del PSOE y toda IU se han negado a reconocer al ejército como una más de las instituciones democráticas de nuestro país. Que venga ahora Cospedal a alertar del peligro de un golpe de Estado demuestra hasta qué punto son lo mismo y el grado de desesperación alcanzado.
Mientras tanto, en España continúan las muestras de política estrafalaria. Las dan a diario PP y PSOE. Rubalcaba pide la dimisión de Rajoy, que es como si pidiera la suya propia. Rajoy, para dar muestras de su lucha contra la corrupción (cuya importancia negaba hace apenas un año), cita medidas propuestas por UPyD. El PSOE pide que se investigue a un empresario en la Asamblea de Madrid - que no tiene competencias para ello - ignorando que ya está siendo investigado tras la querella que UPyD presentó contra Bankia, e ignorando que es compañero de imputación de ilustres socialistas. El PNV se niega a cumplir la ley de banderas, e incluso se ríe de forma estrafalaria cuando lo exige UPyD. Continúan las detenciones, imputaciones y acusaciones a cargos políticos de PP, PSOE y nacionalistas por casos de corrupción.
Los españoles que no quieran más política estrafalaria, que quieran un sistema verdaderamente plural que no bloquee las reformas necesarias y que devuelva las instituciones a los ciudadanos, no tienen que esperar hasta las próximas elecciones. Hay muchas cosas que se pueden hacer, como, por ejemplo, mostrar su apoyo al Manifiesto por la Regeneración de la Democracia y la Refundación del Estado, que bien podría llevar como subtítulo "y contra el bipartidismo estrafalario".
http://www.upyd.es/contenidos/secciones/430/Editorial/94139-Contra_el_bipartidismo_estrafalario
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