Los sabios
Sabios hay pocos, en proporción, pero están en todas partes. Hay sabios que son campesinos y hay sabios urbanos, los hay acaudalados y pobres. Puedes encontrar uno en tu trabajo y puede ser tu jefe o un igual o ese bedel al que ni saludas.
El sabio usa pocas palabras. El sabio no mira de convencer de nada a nadie. El sabio no entiende de ideologías y quizá profese alguna fe, pero de una manera que acabarías profesándola tú con él.
Para disgusto y asombro de los que le conocen poco, la vida del sabio y la de los que le rodean es mejor que la de los demás. Se les ve felices y satisfechos, en su pequeño mundo.
Por eso se que yo no soy un sabio.
Si ellos quisieran
Si los sabios quisieran, nos dirían qué debemos hacer para mejorar nuestra vida individual y nuestra vida en común.
Pero el hombre sabio no se hace ver, no juzga y no da lecciones si no es contestando a una pregunta.
Si no prefiere hacerse el tonto, te contestará breve, exacto y conciso, dejándote temblando por ello... y por la razón que tiene.
No se inmutan, los sabios, al ver quiénes están en el candelero y por qué: los que se exhiben, los que menos saben, los que siempre hablan y siempre juzgan, los que gritan.
Los sabios deben saber, no se cómo ni por qué, que lo sabio es no intervenir más allá de su entorno directo.
Y aún ahí, intervienen lo justo.
Si yo pudiera
Si yo supiera imaginar lo que dirían, lo que pensarían, lo que propondrían para ayudarnos a mejorar a los demás. Cómo hablaría un sabio a la sociedad. Cómo serían sus palabras si se animaran a hablarnos de mundanos comportamientos, de cuestiones prácticas de convivencia, de sistemas, modos y maneras para organizarnos según un criterio más sabio.
Si seguramente ni siquiera piensan - ellos, por sabios - en leyes y normas, en permisos y prohibiciones; ¿cómo imaginarlo por ellos?.
¿Podrían los hombres no sabios hacer el trabajo de legislar como sabios, por ejemplo,
si ese fuera algún día su propósito?.
Egoísmo o sabiduría profunda
En medio de tanta gente ocupada y preocupada por todo y por todos, entre tanto solidario y tantas propuestas para mejorar el mundo, el sabio es entonces un egoísta.
O es eso o es que, en su profunda sabiduría, nos conoce y sabe que no influiría aunque se lo propusiera.
O que se reconoce incapaz, aún tan sabio, de hacerse oír según los modos que exigimos para tal cosa.
Un chiste
Tertuliano - "¡Cada día te veo más jóven!"
Sabio - "Eso es porque nunca discuto con nadie"
T - "¡Hombre!, por eso no será"
S - "Bueno, no debe ser por eso"
Me gusta mucho este chiste y lo mucho que dice con tan poco.
También me lo recuerda, por cierto, otra vez: que yo no soy sabio.
Pena
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